La pandemia del COVID-19 ha sido una crisis sin precedente. El mundo no estaba preparado para afrontar un confinamiento de 3 meses tan de repente, lo que ha afectado a la salud mental de la población.
Se desarrolló una situación que ha afectado a la salud mental de las personas, haciendo que se llegue a hablar de una “pandemia invisible”. Una enfermedad que no se manifiesta de forma superficial como una herida, sino que lo hace a través de dolencias cardíacas, insomnio, hipersensibilidad, y demás. Las cifras del INE confirman lo que muchos profesionales y ONG han estado mostrando durante los dos últimos años: el empeoramiento de los problemas mentales debido a los efectos de la pandemia de la COVID-19. En 2021, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) hubo 4.003 suicidios en toda la población. En 2022, los datos son aún peores. Durante el primer semestre del año se registraron 2.015, un 1,6% más que en el mismo periodo del año anterior.
Los psicólogos han detectado en sus consultas, urgencias y teléfonos de ayuda una “pandemia invisible” de intentos de suicidio. Además, temían y con razón, que los casos consumados tuvieran su alza y que las cifras del 2020 empeorasen. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima para 2030 que los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad en el mundo.
Una encuesta realizada por la revista de trastornos afectivos (Journal of Affective Disorders), mostró que la falta de contacto social por la pandemia hizo que se incrementaran los casos de ansiedad y depresión. Aunque esto no repercutió en toda la población por igual. Se ha sugerido que los colectivos más vulnerables de la pandemia invisible son las mujeres (89%), las personas jóvenes (94%) y el personal sanitario. Según un estudio realizado por la fundación La Caixa, la depresión aumentó del 5,57% al 8,84% entre la población general. Además, la ansiedad ascendió del 11,6% al 17,8 % y los pensamientos de muerte del 22,9% al 28,5%.
Almudena Barrientos, profesora de psicología en la Universidad Complutense de Madrid, y Anna Aguilar, profesora asociada CCSS Terapia Ocupacional Universidad Complutense de Madrid y Terapia Ocupacional Unidad de Psiquiatría Hospital Clínico San Carlos en Madrid, nos amplían sobre este tema con una visión más profesional.
Estudios como “Jóvenes en pleno desarrollo y crisis pandémica. Cómo miran al futuro” de la Fundación Pfizer y Fundación FAD afirman que los jóvenes son los que más se han visto afectados por la pandemia.
Los españoles de entre 15 y 29 años consideran que han tenido algún problema de salud mental. La mitad de las personas que necesitan un tratamiento no lo reciben y parte de los que lo reciben no adoptan el adecuado.
Helen Perdomo, Alexandra Dondea y María Ortiz cuentan su experiencia personal:
Tras la pandemia ha habido un gran incremento en la demanda de servicios y asistencia especializada en Salud Mental. Sin embargo, España no se encuentra preparada para este gran paso. Por cada 6 psicólogos hay 100.000 habitantes, mientras que la ratio en Europa es de 18. Por lo que es necesario dar un impulso al ratio de psicólogos clínicos y de psiquiatras en el Sistema Nacional de Salud.

Para que el tema deje de ser tabú y se le de la importancia necesaria que todavía no tiene. Es fundamental que los medios informen sobre la salud mental de la población. El gran objetivo sería acabar con el estigma social que va ligado a estas enfermedades.
Para terminar, Almudena Barrientos y Anna Aguilar han aportado algunos consejos. Consejos para aquellas personas que se encuentran en esta situación y no han sido capaces de dar el paso de pedir ayuda todavía.