Cuando en 1969 se creó ARPANET, la primera red privada de conexión de ordenadores, nadie podía ni si quiera imaginar el potencial y relevancia que tendría este sistema de comunicación para la humanidad. Sin embargo, medio siglo después y ya entrados en la llamada ‘Era de la Información’, lo que apuntaba a ser el mayor avance para el ser humano se ha convertido en una de las armas más peligrosas jamás creadas. Internet ha dejado de ser un lugar seguro para el conocimiento, y se perfila ahora como un medio incierto donde diferentes actores internacionales luchan por el control del espacio virtual. Los intereses comerciales, económicos y estratégicos se libran ahora en un campo de batalla marcado por los ceros y los unos.
Desde ciberataques a países enteros como a Estonia en 2007 pasando por la propaganda rusa o del ISIS y hasta las filtraciones de Edward Snowden que acusaban al gobierno de los EE.UU. de espiar a sus propios ciudadanos, la información y su control se ha convertido en una cuestión de máxima prioridad para aquellos que quieren hacerse con el poder. Estados y organizaciones no estatales luchan ahora por la posesión de los datos para poder crear su propio discurso y moldear la realidad. Muchos gobiernos, como el de los Estados Unidos o Gran Bretaña, han hecho uso de redes sociales como Facebook y de las empresas Cambridge Analytica o SCL, para controlar la realidad virtual de miles de personas y que estas voten a su favor. Quien controla la información controla el discurso, y quien controla el discurso controla la realidad.

Alexander Nix , CEO de Cambridge Analytica (Fuente: euronews)
En esta situación, con una lucha por la hegemonía en el espacio virtual y un medio que conecta a millones de personas, las fake news o noticias falsas nacen con el propósito de desinformar y hacer creer a la población y los estados algo que es mentira o que es verdad un hecho que jamás sucedió. Son la herramienta perfecta para gobiernos y organizaciones de todo el mundo, que mediante información falsa y medias verdades, difunden datos que les juegan a su favor. Es la creación de mentiras de manera deliberada para su difusión y beneficio. Y en Internet, debido a su naturaleza virtual y de casi absoluto anonimato, hemos visto cómo sus corrientes de datos se han inundado de fake news y rumores, pero ni mucho menos es aquí donde se ha inventado esta técnica de desinformación y despiste, tan antigua casi como el ser humano.
Desde el primer conflicto en la historia del hombre, siempre que dos bandos se enfrentaban ambos aspiraban a prevalecer sobre el otro pero solo aquel que mejor se desempeñara lograría su supremacía, y poco se podía hacer si no se conocía sobre el adversario. Ya desde las sociedades de la Edad Antigua, la información sobre el enemigo se convertiría en una prioridad en tiempos de guerra (y paz). Sun Tzu, el famoso estratega militar chino en el siglo V a. C. daba cuenta de la importancia de confundir al enemigo para así aventajarnos. En su obra maestra El Arte de la Guerra cobran una gran importancia los espías y persuasores encargados de difundir rumores entre las filas enemigas. En la India, el Artha-shastra, un tratado político, militar y económico del siglo III a. C., resaltaba la importancia del uso de la desinformación y la propaganda para confundir y desestabilizar en etapas de conflicto.
El siglo XX fue otro de los puntos álgidos de las fake news y del uso de la desinformación. Con los estados modernos atravesando grandes periodos de guerra y desarrollo tecnológico, la intercepción de las telecomunicaciones y las estrategias efectivas de propaganda suponía una ventaja sobre las otras potencias, lo cual hizo que el domino sobre la información ocupara una pieza central en los planes del Eje y de los países Aliados. Tanto la Oficina de Información de Guerra de los Estados Unidos (OWI) como el Ministerio para la Ilustración Pública y la Propaganda del III Reich trabajaban a tiempo completo en fake news que beneficiaran al régimen y minaran la moral de las filas enemigas. Propaganda que distorsionaba la realidad e incidía en la opinión pública y cuya herramienta más poderosa eran las noticias falsas y la desinformación.
Como adelantaba el profesor Sapag, el periodismo es una de las profesiones que más ha sufrido y sufre a día de hoy las consecuencias de las fakes news. Con el aumento de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) y este tipo de noticias, las redacciones se dedican ahora al fact-checking o revisión de datos. Además de informar, desmienten información tanto de canales oficiales (como partidos políticos u otros medios) como de los vídeos y datos que difunde la propia ciudadanía.
Por otro lado, Antonio Vega Lastres, editor y responsable web de fin de semana en Telemadrid, señala que «los generadores de fake news no son los periodistas, sino que surgen como entretenimiento de muchos o unos pocos que hacen un mal uso de las redes sociales». Vega añade que «los periodistas somos los canalizadores para que la democracia de un país pueda funcionar correctamente». Por último, en cuanto a las diferencias de tratamiento entre información internacional y nacional apunta que «deberíamos contextualizar más y analizar más para explicarle al ciudadano correctamente la situación de un conflicto internacional, pero puede la inmediatez y eso es un error».
Como todo tipo de propaganda, el objetivo de las fake news es la sociedad, el ciudadano medio de a pie. Están diseñadas para incidir en nosotros y es entre la gente común donde más proliferan y se difunden. De entre todos los medios por los que circula la información, las redes sociales son sin duda donde más densidad de ellas hay, debido a la facilidad de viralización de cualquier información en Internet. Es por eso, que ante uno de los mayores retos del siglo XXI, los futuros profesionales de la comunicación y los ciudadanos debemos estar concienciados de que no todo lo que aparece en nuestras pantallas puede ser verdad. Debemos ser conscientes de que hay organizaciones que nos mienten y personas beneficiarias que quieren que nos creamos esa mentira.
Trackbacks/Pingbacks