Nos ha pasado a todos: el vagón del metro se paró en la estación, las puertas se abrieron y, de repente, la música llegó a nuestro oído. Después de tantas veces ya ni siquiera nos molestamos en escuchar las propuestas musicales de los artistas del suburbano madrileño y nos ocupamos de nuestros asuntos, nos ponemos con los cascos o hablamos por el móvil y hacemos como si no estuvieran ahí. Sin embargo, para muchos de ellos, se trata de la única manera de sobrevivir en la ciudad.

Los músicos del metro de Madrid

Dos músicos tocan en un anden del metro.

La capital de España despierta cada día a las seis de la mañana, a la hora en la que abre el metro. A estas horas también empieza la jornada laboral para muchos de los músicos que tocan y cantan en los pasillos, andenes o trenes de los doscientos noventa y cuatro kilómetros del metro de Madrid.

En el año 2012 el Ayuntamiento de Madrid aprobó una ordenanza que obligó a los músicos a superar unas pruebas para poder tocar en la calle y desde entonces muchos de ellos han decidido bajar al suburbano para ganarse la vida. Así, dependiendo de su jornada, llegan a ganar entre 7 y 35 euros al día, una cantidad irrisoria, pero que les permite a cubrir sus gastos más urgentes. Muchos de ellos son músicos profesionales que han tenido que “buscarse la vida”. Otros ya no piden dinero, sino que lo que quieren son los “likes” en Facebook para darse a conocer. Sin duda, se trata de una estrategia de marketing de lo más sencilla (y eficaz), teniendo en cuenta que la mayoría de los pasajeros del metro está ocupada con sus smartphones.

A los músicos se les pide que actúen solo en los pasillos y vestíbulos para no molestar a los pasajeros dentro de los vagones. Pero muchos de ellos deciden actuar ahí, ya que dentro de los trenes suelen ganar una media de 14 euros durante una hora, mientras que en los vestíbulos y andenes llegan tan solo a 7 euros. Sin embargo, corren el riesgo de ser desalojados inmediatamente por el personal del metro de Madrid. Así, ya no nos sorprende que muchos presenten los números rápido, entre dos de las trescientos y una estaciones. Eso sí, siempre alertos para no encontrarse con los vigilantes del transporte público.

La situación de los músicos del metro de Madrid no está tan regulada como en otras ciudades. En Barcelona, para tocar en el suburbano, los artistas tienen que sacarse un carné. Para conseguirlo, no hace falta pagar ninguna tase. La Associació de Músics al Metro de Barcelona (Amuc BCN) hasta organiza un examen cada año para todas las personas que quieran tocar en el suburbano barcelonés, que se debe superar para conseguir la licencia.

Los músicos destacan que hay dos turnos a la hora de actuar en el metro de Madrid. El primero empieza a las diez de la mañana y acaba a las dos de la tarde, y el segundo dura desde las cinco de la tarde hasta las nueve. En Barcelona, los espacios y horarios están repartidos entre los artistas, algo que en Madrid no sucede. En el suburbano de la capital, el primero que llega se queda el sitio. No se permite tocar en lugares que dificulten el paso de viajeros. Así, todos los músicos tratan de llegar primeros a las estaciones claves, como Avenida de América, Nuevos Ministerios, Plaza de Castilla o Sol.

Detrás de cada músico del metro se esconden diferentes historias y motivaciones. La mayoría de ellos no quieren dar sus testimonios, ya sea por no interrumpir su jornada de trabajo o por miedo de aparecer en un reportaje.

Muchos de ellos son músicos profesionales, como son los casos de Julio García, con la guitarra al mando, tiene formación clásica e interpreta variedad de estilos. Este artista hace turnos de un par de horas por la mañana y otro par por la tarde aproximadamente según el día que sea o como se va desarrollando la mañana en cuanto a ganancias. Julio conoce muy bien los rincones por los que meterse y las conexiones que hay entre metros, sabe perfectamente en qué lugar y en qué momento debe tocar, ya que un barrio con un poder adquisitivo mayor y a una hora punta es el instante preciso para tocar. A pesar de conocer todo del mundo subterráneo, este país no destaca precisamente por su nivel cultural, como dice él “la cultura parece que si se la regalas, la gente no la valora”, y eso para un músico de metro es uno de los mayores impedimentos a la hora de trabajar. En cuanto al nivel artístico, Julio denuncia que no hay en Madrid, solamente hay mendigos con instrumentos en el metro, no como en sitios naturales como el Retiro o la Plaza Mayor, donde la gente de allí tiene un don, es arte en estado puro.

Otro caso es el de Antonio, encontrado en la Línea 6 de Metro en Nuevos Ministerios, un joven músico con especialidad en flauta travesera y en paro donde busca una alternativa y obtener unos ingresos extras para vivir más cómodamente. Las redes sociales pueden ayudar a darse a conocer en otras zonas y poder encontrar gente que te ayude. Para Antonio, esto es un hobby, no es un trabajo, es un pasatiempo con el que consigue algo de beneficio, no solo económico, sino también social, hace que la gente pueda escuchar buena música y se paren y lo aprecien y eso para él es lo más importante.

La vida en el metro parece un lugar oscuro y sucio pero que si te adentras en él encuentras personas fascinantes con una positividad, una alegría y una pasión por lo que hacen, que deberían aprender arriba en la superficie.