La modificación de la Ley trans impulsada por el Ministerio de Igualdad cala en la opinión pública, avivando el debate entre los colectivos feministas
Hace alrededor de tres meses se produjo la aprobación de la Ley trans en España. Esta polémica ley fue admitida en el Congreso de los Diputados el 16 de febrero de 2023, suscitando toda clase de respuestas tanto en las redes sociales como en la esfera política.
Según el Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (GESOP), alrededor del 53% de los españoles apoyan la Ley trans. Por otro lado, uno de cada tres aseguran estar en contra de la nueva modificación, que supone un detrimento en los procesos burocráticos de las personas trans.

Uno de los puntos más polémicos viene dado por el derecho a la autodeterminación de género para los menores de 18 años. Es decir, se elimina el requerimiento de un proceso hormonal y diagnósticos médicos para solicitar el cambio de sexo en el Registro Civil, con lo que el único requisito obligatorio es la propia voluntad de la persona a partir de los 16 años, mientras que los menores de entre 12 y 13 sólo podrán cambiar su nombre en el DNI. Sin embargo, el proceso puede extenderse hasta los cuatro meses, puesto que tras la firma de un formulario se llevan a cabo dos solicitudes para aseverar la decisión. A su vez, la ley contempla un periodo de reversibilidad de seis meses para los cambios que puedan darse. Frente a estos datos, algunas organizaciones feministas apuntan a que esta modificación atenta contra los derechos adquiridos biológicamente por las mujeres.

Según Deva Escobedo, uno de los mejores puntos de la ley es “el tema de la autodeterminación de género, no tener que pasar por un tribunal médico. Esto es un avance en la despatologización, el decir: esto no es una enfermedad”. Deva tiene 22 años e inició su transición hace tres. Participa desde hace meses en un colectivo de apoyo para el colectivo trans agregado al COGAM. Por su parte Adriana Arcidiacono, perteneciente a la Organización Contra el Borrado de las Mujeres, defiende que la modificación de la Ley trans acarrea gran incertidumbre: “No sabemos cuáles son los límites. Hasta ahora había una ley para las personas transexuales, pero la comunidad trans, parece ser, aboca muchísimas más cosas. Esto da pie a que cualquier persona pueda cambiar su sexo registral o considerarse registral”.
Algunos sectores del feminismo consideran que permitir el cambio de sexo en el registro civil y en el DNI sin necesidad de recurrir a los dos años de hormonas y un dictamen médico que lo acredite, ‘borra’ a las mujeres. Al hablar de la libre autodeterminación de sexo, Adriana asegura que supone “una colisión directa con los derechos adquiridos por las mujeres, basados en el sexo”.
En cuanto a la supuesta amenaza que parte del feminismo considera que crea esta ley, Deva Escobedo tiene claro que “no amenaza más que avances en el feminismo han perjudicado a hombres, es decir, perjudica en el sentido de que hay una población que pierde unos privilegios, dado que otro grupo gana derechos”.
Existe un sector del feminismo que defiende que esta ley supondrá una amenaza para las mujeres en materia de violencia de género, sin embargo, la propia ley cuenta con un artículo dentro de su redacción previsto para evitar esta problemática. Irene Montero, ministra de igualdad, asegura que “toda violencia ejercida sobre una mujer por el hecho de ser mujer previamente al cambio registral seguirá siendo considerada como violencia de género”, ya que el sexo del que dependerá la norma jurídica entorno a los hechos es el que tuviera el día del acto delictivo.
Una encuesta de 2020 de la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE constató que en España el 63% de las personas trans se sintió discriminada en el último año en algún área de la vida cotidiana. Deva Escobedo reflexiona sobre el odio que recibe en las Redes Sociales prácticamente a diario, “hay gente que viene a verter un odio muy gratuito y tú dices: ¿Qué tienes contra mí? Además, estás viendo en mi foto de perfil que soy una persona. Esto va más allá de las ideas que tú tengas, estás atacando a una persona en sí”.
Deva Escobedo concluye con un mensaje dirigido a la sociedad: “somos personas que queremos vivir en paz. Queremos que temas como la documentación o la apariencia nos causen el menor malestar posible con lo respecta a la interacción del resto de la sociedad. Estamos intentando encontrar más tranquilidad”.
Por otra parte, un sector de las feministas a favor de la Ley trans no solamente está de acuerdo con el cambio legislativo, sino que también desea añadir más puntos para fomentar la inclusividad. Esta es la opinión de Laura Rosado, miembro de Huelva Transita, un colectivo transfeminista y LGTBIQ+ onubense. “Creo que la ley se ha quedado corta. Se han quedado fuera las personas migrantes y no binarias” admite Rosado.
Al igual que Escobedo, Rosado considera que existen falsas creencias alrededor de la iniciativa del ministerio dirigido por Irene Montero. Desde Huelva Transita, se está intentando “desmontar mitos a través de centros educativos, medios de comunicación e instituciones” e incide en otro aspecto central: “Se utiliza mucho el miedo al fraude de ley. Es gracioso, porque con la ley del matrimonio igualitario también se utilizaba, pero nadie pone en tela de juicio la ley de robos” explica.
En lo referente al cambio de sexo en el registro va un paso más allá, recuerda indignada su peopia experiencia, argumentando que “es inhumano que para conseguir un DNI las personas transexuales tengan que pasar por un proceso de dos años o enseñar los genitales”.
Rosado insiste especialmente en la importancia de la educación y coeducación a través de diferentes medios. “Es algo transversal que desde el activismo estamos intentando. No existe un feminismo en el que no se defienda a todas las mujeres”, afirma. Confiesa también que “uno de los retos a los que se enfrentan las personas trans es el de encontrar referentes, saber que su realidad también existe” y que, sin los medios de comunicación, no sería la persona en la que se ha convertido.