Introducción

El 14 de marzo de 2020 cambió la vida de todos los españoles cuando Pedro Sánchez, el Presidente del Gobierno, decretó un Estado de Alarma que obligaba a toda la población a estar en casa, al principio durante 15 días, pero se fue alargando hasta los 3 meses. De esta forma, estaba prohibido salir a las calles salvo con justificación expresa de ir a comprar o a trabajar aquellos quienes resultaron ser imprescindibles para la salida de la crisis (sanitarios y sociosanitarios, además de trabajadores de supermercados o camioneros para garantizar el abastecimiento de la población en una etapa de puro caos).

Palabras como confinamiento, pandemia, vacuna, aislamiento, distancia social, restricciones, cuarentena, respiradores y, la más escalofriante, muerte, se convirtieron en el día a día de los informativos y de cualquier conversación en el país. Aprendimos a comunicarnos únicamente a través de videollamadas y mensajes, y se inició una especie de rutina en la que a las 8 de la tarde se salía a las ventanas a aplaudir a aquellos sanitarios que se dejaban la vida en momentos tan duros como aquel. También dijimos hola a nuestro día a día a un accesorio que, si bien no era del todo desconocido, sí estaba bastante olvidado: la mascarilla. 

Pasando por un grave desabastecimiento, altos precios, incertidumbre y la inseguridad, actualmente la mascarilla es tan solo obligatoria en el transporte público, edificios sanitarios y en aquellos lugares donde no se pueda garantizar la separación de 1,5 metros con otra persona o no exista una correcta ventilación. Pero hubo un tiempo en el que esta mascarilla era obligatoria en todo momento, incluso al aire libre y en casa de seres queridos.

 

La mascarilla

Como bien hemos explicado anteriormente, la mascarilla no era una palabra desconocida ni que haya aparecido a raíz de la pandemia. Personas alérgicas y sanitarios en su mayoría empleaban esta herramienta debido a su poder para evitar problemas respiratorios. Pero con la llegada del Covid-19, nadie se ha librado de llevarla puesta. Existen diversos tipos de mascarillas, las más sonadas en estos dos años han sido las quirúrgicas, las FFP2, las FFP3 y las de tela, que tardaron en homologarse aunque hubo una temporada en las que casi toda la población las llevaba por su capacidad de combinarlas.

Ana Rodríguez es farmacéutica y explica en este vídeo cómo ha sido la evolución del uso de la mascarilla desde un plano comercial y profesional en estos dos años de pandemia.

Alternativas a la mascarilla que no llegaron a funcionar

Llevar mascarilla todo el tiempo que no se estuviera dentro de casa no fue una tarea fácil es por eso por lo que se empezaron a buscar alternativas a las mascarillas. Se buscaba más comodidad y, sobre todo, evitar ese sentimiento de agobio y de dificultad para respirar que provocan las mascarillas.

En un principio se pensó en el uso de mascarillas de tela. Muchas tiendas de ropa vendían mascarillas de tela con la advertencia de que estas solo eran un complemento y debían ir encima de la mascarilla sanitaria pero la gente se la ponía sola. También salieron marcas que vendían mascarillas de tela homologadas con todas las capas protectoras pero finalmente se terminaron dejando de llevar ya que se preferían las mascarillas sanitarias por que proporcionaban más seguridad a la sociedad frente al aumento de contagios.

Otra alternativa fueron las pantallas faciales. Se trata de pantallas de plástico transparente que se colocan en frente de la cara sujetas a la cabeza. Tras un estudio realizado por el equipo del R-CCS su jefe de equipo declaró que las pantallas protegen menos que las mascarillas. En el único caso en el que se recomienda es en personas con problemas respiratorios y aunque al principio se podía ver algunas personas con esta alternativa, se terminó descartando.

En relación con lo anterior también se homologaron las mascarillas transparentes para personas sordas y que estas puedan leer los labios. Aunque finalmente no se han popularizado ya que estas tienen que cumplir los requisitos de que no se empañen al hablar o asegurar que el producto no dificulte la respiración.

Los trajes EPI son un conjunto de calzado, gafas, casco y mono.

 Los usan los sanitarios como medida de protección tanto para ellos mismos como para los demás. No hemos podido ver a nadie en la calle con este tipo de protección porque son de uso exclusivo de los sanitarios. El único momento en el que se ha hablado de su uso fue para las elecciones a la presidencia de la comunidad de Madrid en abril de 2021. Se pretendía que las personas encargadas de las diferentes mesas electorales llevasen estos trajes para garantizar su protección pero finalmente se descartó.

Y dos años después… ¿qué sabe la gente del uso de la mascarilla?

Hace ya dos años, se aprobaba la obligatoriedad del uso de mascarillas para contrarrestar los efectos de la pandemia por Covid-19. En ese momento, pocos eran los que conocían las diferentes variedades de mascarillas existentes en el mercado y sus funciones. Esta confusión, llevó a la sociedad a guiarse por lo que escuchaban en las calles, en su círculo íntimo, influencers y, sobre todo, en los medios. Más que usar una mascarilla por protección, se comenzó a usar un tipo de mascarilla dependiendo de cómo iba usándola la sociedad, es decir, se ha acabado usando un tipo de mascarilla concreta por “moda”.

En un principio, nos recomendaban utilizar la mascarilla FFP2, ya que era la que más nos protegería a nosotros mismos y al resto de personas que se encontrasen cerca de nosotros, al contrario que la quirúrgica, que se decía que protegía a las personas de tu entorno, pero no tanto a ti mismo o misma.

Aún así, cuando la pandemia fue avanzando, ya había quienes cambiaron la FFP2 por la quirúrgica debido a su comodidad, su precio y en ocasiones por estética. Por otra parte, hay quienes siguen usando la mascarilla de tela a pesar de que varios estudios demuestran que es la menos efectiva, ya que si no está homologada, no protege correctamente. A pesar de ello, muchos la consideran la mejor opción debido a los diferentes estampados que podemos encontrar en ellas, estética de nuevo. 

Se ha llevado tan lejos esto de la estética en mascarilla, que hemos pasado de una simple mascarilla con un color neutro (blanco o azul), a mascarillas con diferentes estampados y colores. Tanto ha llegado a calar esto en la sociedad que influencers como Maria Pombo han llegado a crear su propia línea de mascarillas o se han abierto tiendas que se dedican simplemente a la venta de mascarillas. 

A pesar de que han pasado ya más de 700 días y de tanta innovación que se ha producido en las mascarillas, hay quienes aún no conocen para qué sirve cada tipo de mascarilla, simplemente las usan porque son obligatorias, sin preocuparse en ningún momento por si es correcta para la situación en la que se encuentra. Esto lo podemos observar en las entrevistas realizadas a pie de calle que nos demuestran que la sociedad aún después de este tiempo, no conoce correctamente las diferentes funciones de los tipos de mascarillas que existen hoy en día en el mercado.

Actualidad y comparación con otros países

El pasado 20 de abril las mascarillas se despidieron de su uso en espacios interiores, casi dos años después de que se introdujeran las reglas que requerían éstas. Salvo contadas excepciones, España se despidió de las mascarillas, convirtiéndose en uno de los últimos países en adoptar la norma. El Reino Unido fue el primer país en tomar tal decisión, y el 27 de enero, muchos países también se quitaron las mascarillas en lugares cerrados: Francia, Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Bélgica, Irlanda, Hungría, Rumania, Luxemburgo, Croacia, Estonia, República Checa, Eslovenia, Australia, Lituania y Polonia, por lo que tampoco se usan en interiores.

La incidencia de casos de coronavirus en los países que permiten su exclusión en espacios cerrados es la siguiente: En España, que fue uno de los últimos países en adoptar la norma, pese a un aumento de contagios tras Semana Santa, el Ministerio de Sanidad ha registrado 74.679 nuevos casos de coronavirus, de los que 35.456 se han producido en personas mayores de 60 años. En cuanto a la tasa media de contagios de mayores de 60 años en España en los últimos 14 días, el informe muestra un aumento de más de 70 puntos la semana pasada hasta los 505,86 casos por cada 100.000 habitantes, frente a los 435,42 de la semana anterior. En cuanto a los fallecidos por Covid-19, se reportaron 455 más, de los cuales 187 fueron registrados la semana pasada. Actualmente hay 5.635 pacientes ingresados ​​en hospitales con Covid-19 en toda España, y 345 en UCI. La tasa de ocupación de camas ocupadas por coronavirus es del 4,59% y la UCI del 3,84%. Todos los países que han levantado la obligatoriedad del uso de mascarillas en espacios interiores tienen tasas de incidencia acumulada más altas que España, y los casos en Francia o Alemania ya registran aumentos significativos de contagios por coronavirus. El número de infecciones en el Reino Unido también ha aumentado considerablemente, con un promedio de 70.000 personas infectadas en siete días en las últimas semanas, mientras que otros países como Polonia, Rumanía, Bélgica o Hungría han visto disminuir las tasas en las semanas posteriores al retiro de las mascarillas.

España exige su uso en los siguientes casos: En centros, servicios e instituciones de salud como en hospitales, centros de salud, centros de transfusión sanguínea y farmacias, etc. En estos lugares, tanto las personas que trabajan como los visitantes de estos lugares están obligados a usar mascarillas, pero en el caso de los hospitales, solo pueden ingresar personas que estén solas en la habitación. Por otro lado, no será obligatorio para quienes viven en él porque saben que es donde viven, pero sí para los trabajadores y visitantes que comparten áreas comunes. También en transporte aéreo, ferroviario, por cable, colectivo y transporte público de pasajeros y marítimo cuando no se pueda mantener la distancia de metro y medio. No es necesario llevarla en el andén ni en la entrada de la estación. Por otro lado, se aconseja a los colectivos vulnerables el uso responsable de mascarillas.

Tanto en España como en el resto de países se muestran abiertos al retorno del uso de las mascarillas en cualquier espacio, por prevención o riesgo de contagios masivos de cualquier virus o bacteria, por lo tanto son cautos, no quieren precipitaciones.

 

(muestra la precipitación de los países que han excluido su uso con anterioridad)

Una vez cumplidos todos los requisitos epidemiológicos para quitarse las mascarillas al aire libre, no se deben quitar las mascarillas en todos ni en todas las circunstancias. Hay entornos en los que es posible alargar su uso, como en entornos sanitarios, residencias, centros de salud… donde puede haber personas vulnerables. En tales espacios cerrados, es necesario pensar detenidamente antes de tomar medidas para terminar con la mascarilla. Debemos tener en mente un retorno a su uso.