En España, hay alrededor de 3,8 millones de personas con algún tipo de discapacidad, de las cuales, solo unas 30.000 están llevando a cabo algún tipo de estudio universitario. Aunque el artículo 24 del Convenio de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad física señala que los Estados “asegurarán que estas personas deben tener acceso a la educación superior sin discriminación y en igualdad de condiciones que los demás”, es cierto que la cifra de estudiantes universitarios con discapacidad es reducida.
La igualdad y la normalidad en la educación es la principal lucha de las asociaciones que velan por que todos los ciudadanos tengan las mismas oportunidades, independientemente de sus capacidades, y puedan acceder sin barreras a estudios superiores como los universitarios. Es el caso de la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles) que tiene como objetivo “mejorar la autonomía de personas ciegas y con otra discapacidad”, tal y como apunta José María Prieto, responsable de prensa y de contenidos multimedia de este organismo.
A pesar de que hay mucho trabajo por delante, en cuanto accesibilidad se refiere, ha habido una evolución importante en la educación superior. José María Prieto señala que, poco a poco, “las instituciones están mejorando mucho”. Un ejemplo claro de este progreso lo posiciona en las páginas webs de las instituciones universitarias: “yo creo que la mayoría de las páginas son accesibles en las universidades”, sentencia el responsable de prensa y de contenidos multimedia.
Unidad de atención a las personas con discapacidad
Otra de las causas de este avance en las instituciones educativas ha sido la imposición de un órgano interno en cada universidad que vele por los intereses de estos alumnos. “La mayor parte de las universidades de España tienen ya una unidad de atención a personas con discapacidad”, asegura el responsable de la ONCE.
De esta forma lo corroboran antiguos alumnos con discapacidad física de la Universidad Complutense de Madrid, como Pedro García. “Las personas de la oficina de discapacidad está muy atentas, te facilitan una carta por profesor detallando lo que necesitas. A cada cosa que necesitas están pendientes”, explica el estudiante.
Jacqueline Guadaño es estudiante de Periodismo de la UCM y ayuda a trasladarse a Jaime Alonso, alumno que tuvo una parálisis cerebral que le afectó a su movilidad. Para la joven, la OIPD, Oficina para la Integración de Personas con Discapacidad, Oficina para la Integración de Personas con Discapacidad de la UCM, “lo está haciendo bien” y ayuda a Jaime en todo aquello que necesita.
Accesibilidad en Ciencias de la Información
La facultad de Ciencias de la Información de la UCM, “en general, es un edificio con buena accesibilidad, ya que tiene accesos y rampas que facilitan el desplazamiento de las personas”, según Jaime Alonso.
Jaime Alonso nos hablaba de que gracias a la buena calidad de su silla y el acondicionamiento que presenta la facultad, no le suponía un problema asistir diariamente a sus clases. Sin embargo, Pedro García, otro de los estudiantes que también tiene una falta de movilidad en las piernas, nos cuenta las dificultades que afronta al pasar de un piso a otro de la facultad debido al mal estado de los elevadores: “No es que funcionen mal, que también, sino que la aplicación de los nuevos elevadores, le han restado independencia a la gente con discapacidad. Antes sólo había que subirse a una plataforma y darle a un botón, ahora no. Una persona con una fuerte discapacidad, como una parálisis, no puede hacerlo.”
Son muchas las personas discapacitadas que ven limitadas sus posibilidades académicas con respecto al resto de estudiantes, debido a que la mayor parte de las instituciones, universidades o centros de educación no están correctamente acondicionados para este tipo de problemas. Esto supone que personas que por azar se han visto afectadas por distintos tipos de problemas físicos, no tengan las mismas oportunidades que cualquier otra.
La culpa de todo esto recae principalmente sobre las instituciones que deben asegurar el acondicionamiento de las instalaciones educativas y que sin embargo, no lo hacen. Elementos tan simples como un elevador o una rampa que deberían ser herramientas comunes dentro de cualquier facultad o centro educativo, son por el contrario una lucha constante por parte de jóvenes que se ven limitados día a día, por la falta de estos. Provocando a su vez, que ir a al colegio o a la universidad, sea cada día una guerra.
En concreto, la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, es ejemplo de una gran cantidad de los llamados puntos rojos. Es decir, lugares determinados que deberían estar acomodados para todos los estudiantes, incluidos aquellos que presentan una discapacidad, y que, sin embargo, no lo están. Escaleras donde los elevadores son escasos y apenas funcionan, ascensores pequeños que cierran sus puertas rápidamente impidiendo que personas en sillas de ruedas puedan salir y entrar a su gusto o escasez de personal que ayude a estas personas, son sólo algunos de los múltiples problemas de accesibilidad que presenta la facultad.
Exteriores: la cuna de la inaccesibilidad
La poca acera existente alrededor del campus provoca que las personas discapacitadas pongan en riesgo sus vidas al tener que circular, como si de otro vehículo se tratara, por la carretera, además de la gran cantidad de árboles que tal y como cita Jaime Alonso“quedarán muy bonitos, no digo que no, pero a mí me impiden el paso y hacen que no pueda ir con la silla por la acera tranquilamente”.
En este punto, Pedro García manifestó lo siguiente: “Si quiero bajar a los platós de radio por ejemplo, tengo que dar toda la vuelta a la facultad, ir por la carretera porque no hay acera y entrar por una puerta de almacén, sólo porque no hay elevadores que bajen hasta allí”.
Son muchos los estudiantes de esta facultad los que sufren una discapacidad, personas que necesitan determinados beneficios para hacer sus vidas lo más normales posibles. Por ello, se ruega a las instituciones pertinentes, tales como el Rectorado o el Decanato de la universidad, que pongan en marcha las medidas necesarias para un mejor acondicionamiento de la facultad. Se espera que en un futuro, la accesibilidad mejore y poco a poco estas personas tengan que poner menos esfuerzo en su día a día para poder hacer algo tan simple, como ir a estudiar aquello que les apasiona.