El deporte en sus inicios fue creado por y para hombres como vía de transmisión de determinados valores y roles establecidos socialmente, para el desarrollo de sus capacidades físicas (las cuales siempre se han considerado superiores a las de la mujer) y para ratificar los rasgos de masculinidad. Actualmente, sin embargo, parece que la sociedad avanza cada vez más rápido a pesar de todos los cambios necesarios que siguen haciendo falta.  Existen algunas disciplinas deportivas, especialmente las que se realizan en equipo, que promueven, sobre todo, valores como la competencia, la fortaleza física, o la agresividad. La mayoría de ellas están basadas en capacidades motrices como la fuerza o la resistencia. Para dibujar la situación contemporánea que vive la mujer dentro del deporte, hemos decidido trasladarnos a las dependencias de la Universidad Complutense de Madrid, en cuyos campus se practican numerosas modalidades (baloncesto, rugby, natación, fútbol y voleibol entre otros) para conocer las sombras y las luces que siempre han girado en torno a ellas.

Jugadoras de rugby

El primer partido de mujeres fue entre equipos del norte y sur de Londres / Foto: ABC-TeleSUR

Tradicionalmente dos de estos deportes, el fútbol y el rugby, han estado especialmente encasillados por parte de un sector de la población que asociaba los estándares del canon masculino a su práctica. Ambos requieren elementos que anteriormente mencionábamos como la fuerza, la resistencia o la destreza física. Además se juegan en equipo, por lo que la sincronización, el compañerismo y coordinación son otros factores fundamentales en su desarrollo. En 1913, las mujeres solo podían jugar al rugby en el colegio a escondidas, ya que socialmente estaba mal visto. Al llevarse a cabo un alarde de  «fuerza» y «testosterona» semejante, pensar en una mujer corriendo, sudando, dando golpes, resistiendo y jugando, parecía algo absolutamente impensable hace 50 años.

Campo Cantarranas

Campo de rugby de Cantarranas / Foto: Archivo UCM

Ahora esto se ha convertido en una realidad. Desde las        universidades la tendencia a favorecer el deporte femenino y equipararlo al masculino ha ido aumentando considerablemente a lo largo del tiempo, intentando de esa manera que la situación de discriminación de género se erradique. Pese a estos avances en el terreno de lo material, observamos como a través de los medios de comunicación se sigue haciendo un flaco favor a la visibilidad de estas materias. Apenas se le concede importancia a las noticias relacionadas con categorías femeninas, se silencia la celebración de competiciones y el tratamiento de la información suele estar sesgado y condicionado por demandas de tendencias ciertamente machistas. Un ejemplo cotidiano de este comportamiento, se detecta en los comentarios que muchas veces protagonizan las retransmisiones de los partidos de tenis femenino en dónde se resalta más la indumentaria de las jugadoras que la propia valía profesional.

Rugby físicas femenino UCM

Partido del equipo de rugby de Físicas en Paraninfo / Foto: Silvia Navarro

Sara Gutiérrez (21 años), entrenadora del equipo rugby del Colegio Mayor Santa María de Europa de la UCM se muestra escéptica ante los avances y asegura notar mucha diferencia en cuanto al trato que recibe por el simple hecho de ser mujer.

Mireia Mínguez, entrenadora del equipo de fútbol de la Facultad de Educación y admiradora confesa de la portera de la selección española de fútbol Sandra Paños, habla con absoluta sinceridad y denuncia la falta de escuelas de iniciación en las categorías femeninas de fútbol y la imposibilidad de muchas de ellas para acceder a los equipos por -en teoría- ser demasiado pequeñas.

Además, hemos podido contar con el testimonio de Maria Pérez, jugadora del equipo de rugby de la Facultad de Ciencias Política de la UCM, quien sin embargo, a diferencia de nuestra primera entrevistada, afirma no sentirse apenas discriminada por su condición de mujer e incluso se muestra orgullosa de lo que hace y del apoyo que recibe por parte de su entorno.