España se ha visto inmersa, en estos últimos meses, en la mayor crisis sanitaria de la última década. El panorama se presenta de una manera desoladora motivada por la falta de recursos y la polémica gestión por parte del Gobierno y sus expertos. Actualmente, y tras más 20 mil muertos tan solo en nuestro país, la pandemia que azota al mundo deja sin suministro al personal sanitario y, por ende, a los ciudadanos.
Farmacéuticas sin protección
Tres semanas después de que se decretara el estado de alarma, algunos trabajadores considerados esenciales como los farmacéuticos siguen atendiendo a sus pacientes prácticamente sin descanso y bajo estrés. A pesar de que no cuentan con la protección necesaria y de ser poco reconocidos dentro del campo de la salud, su labor es imprescindible para la lucha contra el COVID-19.
Esto ha provocado que muchos farmacéuticos hayan tenido que echar el cierre de sus farmacias debido al número creciente de contagios y fallecidos dentro del sector, siendo Madrid una de las comunidades más afectadas. El material de protección sanitario por parte de las ayudas de los gobiernos – autonómico y central – y de las donaciones privadas va orientado a los médicos y enfermeros, sin tener en cuenta la escasez con la que cuentan los boticarios con respecto los guantes, mascarilla y geles hidroalcohólicos. Los colegiados, por su parte, declararon una serie de medidas antes de que se proclamara el estado de alarma. Entre ellas: crear marcas de seguridad en el suelo para hacer distanciamiento entre los clientes para esperar a entrar en el establecimiento o la instalación de pantallas informativas en la calle para alertar a los ciudadanos del peligro del Coronavirus y las medidas para evitar más contagios. El coste de estas pantallas ha salido íntegramente de los Colegiados Oficiales.

Las labores de desinfección en las boticas es una labor imprescindible I Fuente: EuropaPress
Las mayores protestas por parte de estos colectivos vienen por no poder aplicar en ellos mismos las medidas recomendadas por el protocolo del estado de alarma de esta crisis ya que los boticarios no son considerados «sanitarios de primer nivel» y, por lo tanto, no reciben suministro básico como las mascarillas. Todo ello provoca que ellos lleguen a atender utilizando las mismas mascarillas día sí y día también a pesar de que se traten de productos de un solo uso y no reutilizable y, en última estancia, llegan incluso a trabajar sin ellas. Muchos farmacéuticos manifiestan que el Gobierno podría haber previsto mejor la situación más después de los numerosos avisos por parte de la OMS – advirtieron el 30 de enero sobre una posible emergencia global por la pandemia y promovieron a que los gobiernos aplicaran medidas de distanciamiento social –. María Jesús, farmacéutica madrileña nos cuenta su experiencia.
Demanda del público
Desgraciadamente, las personas de a pie requieren el mismo material que necesitan los farmacéuticos (los citados anteriormente – mascarillas, geles y guantes –). Además, se demandan productos específicos de tratamientos para la malaria – también agotados – ya que se piensa que puede servir como cura para el COVID-19. También, para que los clientes no se vean afectados por posibles contagios de los farmacéuticos, desde los colegiados han recomendado reducir las personas en turnos para que no coincidan entre ellos.
Sin duda, los colectivos más vulnerables son las personas mayores. Entre ellos, los más miedosos y solitarios acuden a las farmacias para buscar información y asesoramiento sobre cómo prevenir el contagio por estos profesionales de la sanidad e incluso, se presentan en el establecimiento con la idea de que le midan la tensión, algo poco recomendado por los profesionales en época de confinamiento.

Las farmacias en los entornos rurales también están trabajando a gran ritmo I Fuente: César Abadía
Obviamente todo este clima es muy perjudicial, pues está creando situaciones de estrés y depresión ya no solamente en el consumidor, sino también en el personal sanitario que trabaja en las farmacias. La propietaria de una farmacia en una localidad de Huesca, Ester Azón, nos cuenta cómo esta viviendo esta situación.
Farmacología: tratamiento y vacunas
El COVID-19 ha pillado desprevenidos a muchos y, en especial, a nuestros científicos que trabajan sin descanso por buscar una cura rápida y efectiva que pueda paliar los efectos del virus tanto si has pillado la enfermedad, como por tratamiento preventivo. Ahora mismo, las únicas alternativas posibles son recurrir a los fármacos ya presentes, pues falta mucha información sobre el germen que impide buscar disyuntivas específicas.
Existen diversos pensamientos sobre la solución más preferible para derrotar al Coronavirus: en primer lugar, se baraja las vacunas como las más eficaces, ya que permiten que las células malignas se fusionen con las útiles de nuestro propio cuerpo. Lo malo de esto es que es difícil encontrar una nueva vacuna y las que ya tenemos son especificas para otros virus y no tendría utilidad por contener otros aminoácidos. En segundo lugar, serían los antivirales, que controlarían e impedirían que el virus se extendiese por el resto del cuerpo. Tercero y último, consistiría en utilizar los anticuerpos y genomas de pacientes sanos que se hayan recuperado del Coronavirus.
Lamentablemente, la alternativa más viable hasta que se logre encontrar una vacuna es la terapia genética tutelada por el virus andenoasociado (AAV), lo que supondría que los anticuerpos reaccionaran de manera rápida dando respuesta efectiva y daría protección en un período de tiempo corto.
Francisco Cañizares de Baya, periodista experto en salud, analiza desde su posición el Covid-19 y las consecuencias que puede conllevar.
Información de la población: noticias falsas y bulos
Desde que se inició la pandemia, la OMS ha advertido de otra enfermedad que está presente en nuestro entorno y nos afecta muy gravemente: la sobre-información y la creación de bulos y datos falsos.
Actualmente, y sobre todo a través de las redes sociales, muchas personas aprovechan el miedo y el desconocimiento de la población acerca del COVID-19 para difundir informaciones erróneas que causan estragos en la opinión pública. Por todo ello, el Gobierno ha decidido intervenir por tratarse un hecho perjudicial para la salud pública. En este momento es cuando los periodistas tienen una función esencial donde el rigor es el protagonista indiscutible.
Como ciudadanos, tenemos la obligación de comprobar las informaciones antes de compartirlas en caso de duda. Además, se han habilitado diversas plataformas para denunciar y concienciar sobre estas malas prácticas que causan estragos en esta época tan difícil que está viviendo la población española.