En 2017, Fake News se convirtió en el término del año en el Diccionario Oxford. Su uso se incrementó en un 365% en ese año por diversos factores, siendo el más importante el empleo que hace Donald Trump de esta expresión para poner en duda las informaciones de los medios de comunicación tradicionales de EEUU. Pero lo que mucha gente no sabe, es que las Fake News han existido desde siempre como una herramienta propagandística y que ahora, más que nunca, la influencia de estas noticias falsas están causando un gran impacto sobre la población. Todo ello gracias a las redes sociales.
Orígenes de las Fake News
Las Fake News tienen su origen en los tiempos más remotos de la historia de la humanidad. Hay un grupo de historiadores que creen que todas las escenas de caza que se pintaban en las cuevas en el Neolítico se hacían como forma de propaganda para asustar a otras tribus. Lo que nos lleva al Poema de Gilgamesh, la primera obra escrita, a partir de la cual le siguieron una larga hemeroteca de poemas y relatos que narraban victorias sobre campos de batallas.
Estas epopeyas eran mayoritariamente ficticias y tenían el propósito de perpetuarse en el tiempo. “Estaban diseñadas para el consumo del público y destinadas a la recitación oral ante grandes y analfabetas multitudes”, según Philip M Taylor en Munitions of the Mind: A Story of Propaganda from the ancient world to the present day. El objetivo principal de la persona que gobernaba, señala Taylor en su libro, era la permanencia en el poder, lo que le permitiría “emitir decretos y leyes, y combatir a la oposición” con el fin de orientar lo que después de la Revolución Francesa conoceríamos como la Opinión Pública.
A lo largo de los siglos, lo que conocíamos como noticias falsas, propiamente dichas, se han ido configurado en lo que hoy denominamos Fake News. En una entrevista a ‘Retina’, Pablo Sapag de la Peña, profesor de Historia de la Propaganda en la Universidad Complutense de Madrid, explica que el fenómeno se viene gestando desde los años 80, cuando triunfa el modelo empresarial de Rupert Murdoch, que consistía en transformar el Periodismo en una empresa con ánimo de lucro que usa la información para generar beneficios.

Captura de pantalla de una página web que crea noticias falsas. Fuente: Generación 2.0
También comenta que el Periodismo no ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías y que es un problema sobre el que poner el foco de atención, dado que las Fake News, según un estudio reciente de Twitter, tienen el 70 por ciento más de retweets que las noticias verdaderas. Además, Facebook reconoció en noviembre del año pasado que 126 millones de estadounidenses podrían haber visto durante dos años contenido que provenía de Rusia en su red social. Conforme al estudio de Twitter, las Fake News tienen motivaciones políticas. Para más inri, los usuarios de las redes sociales tienen más poder de difusión que los mismos bots.
Influencia de las Fake News en la sociedad y en las redacciones
Las Fake News se propagan a tal velocidad debido a que cada vez es más sencillo y rápido redactar contenido de forma personalizada. Así, el motivo por el cual se da por cierto el bulo, se debe a dos razones: afinidad ideológica, o escasa dedicación a la reflexión, y falta de verificación. Esto da lugar a una confianza casi ciega a toda la información que viene de Internet.
Es así como a nivel social las Fake News tienen un potente papel destructor al inhibir la capacidad crítica tanto a nivel personal como colectiva. Dicho peligro no busca precisamente sustituir hechos por mentiras, sino mermar nuestro propio juicio en favor de intereses económicos, políticos, incluso fines sin más trasfondo que desestabilizar grupos o sociedades.
Estas noticias falsas provocan además la disminución de la confianza en los medios de comunicación tradicionales. Por ejemplo, en EEUU la mayoría de los estadounidenses cree que los mismos medios elaboran noticias falsas con un único objetivo: la destrucción de opositores políticos. Además, el 36 por ciento afirma que su confianza ha disminuido de forma considerable, a sumar otro 26 por ciento que reconoce haber perdido levemente la confianza en los medios de comunicación de toda la vida.
No obstante, y ante el cambio de paradigma informativo, estas noticias falsas provocan en los últimos tiempos cambios positivos en los hábitos de consumo a la hora de leer o acceder a los medios de comunicación. Más de la mitad de los estadounidenses, un 51 por ciento, afirma que ahora son más cuidadosos respecto a cómo se informan. De hecho, utilizan más herramientas de verificación que nunca.
En las redacciones periodísticas, el relato es diferente. Hoy día se equipara el valor de los columnistas y periodistas con cualquier resultado de Google. Por ponernos en situación, para escribir en New York Times se necesita bastantes experiencia, pero en la web no. Google y Facebook, las plataformas de las noticias falsas por excelencia y que captan gran parte de la audiencia, generan ganancias multimillonarias con contenidos de otros, mientras que los diarios y revistas compiten ferozmente entre ellos, compartiendo incluso un cupo del mercado con blogueros e influencers.
Sin embargo, tan noble oficio ya padecía de males que a día de hoy tienen impacto: la escasez de medios, la competencia feroz, la dictadura del clic y las prisas. Todo un conjunto cuya víctima es el rigor en la profesión. Por ello, los medios de comunicación, consideradas como fuentes de información veraz, necesitan adquirir nuevas habilidades para combatir esta problemática que plantean las Fake News con el fin de volver a construir entendimiento y confianza con los diversos grupos de interés. Según Myriam Redondo, periodista y creadora de Globograma (página web contra noticias falsas) afirma que se necesitan más perfiles formados en materia de verificación digital y que «en realidad todo apunta a una nueva vuelta a los orígenes».