Música de libertad. Paraíso de libertinaje para los artistas. Banda sonora del derroche y las modas sociales. Y así podríamos estar otros 30 años más intentando definir lo que es el trap. Este género musical surgido en la década de los 90 en Estados Unidos, irrumpió en España hace diez años. Lo hizo con la misma fuerza con la que la crisis económica azotaba el país. Con una tasa de paro juvenil desorbitada,  caer en “la trampa” era para ellos una solución a los problemas.

El trap es un subgénero del rap que nació en los barrios mas pobres del sur de EE.UU. El término hace referencia a las trap houses (lugares donde se vendía droga) y a la trampa, es decir, la astucia de la gente para sobrevivir en un ambiente de delincuencia. Los raperos más puros veían el trap como una copia mala del Hip-Hop. Lo cierto es que grupos como Public Enemy o Three 6 Mafia fueron los primeros que comenzaron a modificar los patrones musicales de toda la vida para crear sonidos nuevos en los que contar las historias que con sus propios ojos veían cada día. O incluso, en ocasiones, las letras eran vivencias personales.

La llegada del trap a España

Madrid y Barcelona eran las ciudades traperas por excelencia. Pero si hablamos de trap y su origen en nuestro país, hay que hablar de Pxxr Gvng. El grupo reunía a mas de 10 personas, pero Yung Beef, Kaydy Cain o Khaled eran los principales artistas. Nadie sabía que era lo que hacían. Una mezcla de rap, regatón, latino y flamenco que generó tanto rechazo que nadie podía parar de escucharlo. Sus ganas de salir de la miseria fueron las ganas de muchos chicos y chicas en España. Mientras tanto,  las drogas, el parque, los amigos, el sexo y la fiesta ocupaban sus días.

Para Juan y Christofer la música es su vida. Para YungParse y YungSupra, el trap es su vía de escape y su trabajo. También una manera de reivindicar el lado más amateur de la música a través de sus canciones. Para llegar hasta aquí han tenido que compaginar su faceta como artistas con otros trabajos como el de camarero o reponedor en supermercados. Gente normal. Personas como tú y como yo poniéndole voz a quienes opinan lo mismo pero no se atreven a decirlo. Chavales vistiendo de una manera muy rara. Rozando la excentricidad. Capuchas cubriendo cortes de pelo atrevidos y gafas enormes que les cubren toda la cara. Cantándole al amor y cagándose en la madre del desamor y de quien se ponga por delante. Así es el trap. La voz de la juventud pero con autotune.

Cuentan con todas las facilidades tecnológicas para componer y producir sus temas. En realidad, basta con un ordenador y acceso a Internet para poder hacer trap. En cambio, para ser trapero no basta con buenas canciones. Hay que  crearse un personaje y estimular al público. Colarse en su día a día. ¿La mejor forma? «Las redes sociales» nos dicen ambos con mucha seguridad y con una sonrisa en la cara.

Además de Instagram, los videoclips son ese enlace con el público y, además, el mejor escaparate para el personaje. Vivimos en la era digital en la que para hacer un guiso ya no recurrimos a nuestra madre sino que ‘tiramos’ de tutorial por Internet. Actualmente no concebimos una canción si no va acompañada de un vídeo. En ellos vemos la creatividad musical y visual a partes iguales.

«Aunque se ha extendido a la mayoría de géneros musicales, la importancia del videoclip en el trap es total» afirman Benito Sepúlveda y Álvaro Fouz, dos de los miembros de la productora audiovisual Galgo Productions. Hasta tal punto, que no es muy raro ver videoclips de traperos como Drake, que son autenticas producciones de cine.  «El trap no tiene historia y eso es lo que nos permite dar rienda suelta a la creatividad» afirma Fouz. Para ellos, los inicios «siempre son precarios», y aunque todos sueñen con mega producciones, la realidad es que con «muy poco se hace mucho».

Para un productor audiovisual tener libertad es fundamental. Y esto es precisamente lo que ofrece este género musical. En muchas ocasiones, la delgada linea que separa libertad con libertinaje parece desaparecer de un plumazo. «Normalmente los artistas vienen con una idea y nosotros desarrollamos nuestra creatividad en base a esa idea» cuentan Benito y Álvaro. Ambos destacan la importancia de trabajar en buena sintonía con el artista para que quede algo «guapo».

La situación económica y social de la que venimos nos trajo el trap. La digitalización de nuestro día a día permite que cada uno en su casa pueda ser compositor, cantante, productor musical y audiovisual a la misma vez. El trapero de hoy en día lo puede ser todo si quiere, o no tiene recursos para rodearse de un equipo de trabajo. Quién sabe si es la rutina del trabajo en solitario, la precariedad en sus comienzos o el propio ego del artista, lo que hace que en el mundillo del trap triunfe el afán de protagonismo de uno sin importarle el resto. En esto coinciden tanto cantantes como productores. ¿Casualidad?