El sinhogarismo o “sintechismo” afecta, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), a más de 100 millones de personas alrededor de todo el mundo. En España, esta situación afecta a, al menos, 33.000 personas.

La mayoría de ellos pasan sus días sin un lugar de residencia permanente haciendo frente al frío o al hambre, entre otros problemas, teniendo que contar con la ayuda de diversos albergues, refugios y asociaciones mientras se ven obligados, en muchas ocasiones, a dormir en la intemperie.

A esta complicada situación para vivir, se le añade un gran nivel de prejuicios,  discriminación o rechazo por parte de la sociedad, ya que los conocidos como “sin techo” no cuentan con el nivel económico para poder socializar de la misma manera que una persona que sí tiene ciertas ventajas económicas.

Sin embargo, cuando hablamos de personas sin hogar, no solo debemos hacer referencia a personas que viven en la calle. Hay otras situaciones que también se incluyen dentro del sinhogarismo como, por ejemplo, las personas que hacen uso de pensiones, familias que comparten alojamientos con otras familias, etc.

Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), más del 80% de la población sin hogar son varones y la mayoría de ellos coinciden en las causas de introducir la palabra “supervivencia” en su rutina… El fin de las relaciones familiares, laborales y sociales antes o después de convertirse en una persona sin hogar, son los principales motivos por los que se recurre a la vida en la calle, ya que al romper estas relaciones afectivas/laborales no se puede encontrar ningún tipo de ayuda personal e incluso económica por parte de una familia de la que ya no eres parte, así como de un trabajo del que te han despedido.

La pandemia del Covid-19, sin duda, ha agravado esta situación. Según un estudio realizado por la asociación FACIAM, el sinhogarismo aumentó de un 43% en febrero de 2020 a un 48% en junio de 2021 debido principalmente al bloqueo en los procesos de inclusión social y al incremento de los problemas y dificultades para la supervivencia. Además, un 16,25% de personas en situación de sinhogarismo tuvieron covid, frente a un 6,7% en la población general.

No obstante, existen diversas asociaciones que se encargan de ayudar a miles de “sin techo” cada año, proporcionándoles comida, agua, un lugar en el que dormir, ropa e incluso la oportunidad de volver a introducirse en el mundo laboral. En 2020, según el INE, 17.772 personas de media diaria se alojaron en albergues y centros de ayuda para personas sin hogar y más de 40.000 siguen durmiendo cada noche en un banco o bajo un puente.

Entrevistamos a Juan Carlos Rodríguez Pérez, sociólogo y profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Gracias a su visión como profesional, nos ayudó a recopilar información sobre este grupo social y los patrones que pueden llevar a una persona a alcanzar esta situación.

Por otro lado, para contar con una visión más cercana en cuanto a la situación y a la ayuda que se le presta a este grupo social, acudimos a la asociación FACIAM.

FACIAM es una asociación nacida en 1979, cuando una serie de entidades religiosas se unen entre sí para ayudar a las personas más vulnerables de la sociedad. Charlamos con María Elena Ayuso, secretaria técnica de la asociación, quien nos habló de cuál es su labor social y nos aportó datos muy interesantes para la concienciación y la visibilización de esta realidad.

Para contar con una mirada aún más profunda a esta realidad, contactamos con el Albergue San Juan de Dios, centro que colabora de cerca con la asociación FACIAM en la ayuda a estas personas. Desde la gestión de servicios sociales, nos pusieron en contacto con Alae-Eddine Moujahid, un joven que hace uso a diario de los servicios del albergue debido a su situación socioeconómica. En la entrevista que le realizamos, Alae nos cuenta cómo es su vida cotidiana haciendo uso del albergue y colaborando con la comunidad mediante la realización de diversas tareas en él.

La situación de estas personas, en muchas ocasiones, se ve silenciada, ya que no hay una conciencia general de lo que es el sinhogarismo. Como sociedad podemos pensar que solo una persona que vive en la calle se enfrenta a esta realidad, pero hay muchas otras situaciones que merecen reconocimiento y que tienen que ser conocidas por el público. El sinhogarismo es un problema que responde a factores demográficos, socioeconómicos y personales, entre otros, y es labor de todos como sociedad empatizar, tratar desde el respeto y demandar políticas a las instituciones con poder que ayuden a las personas que más lo necesiten.