Son muchos, los estudiantes, que, cada año, abandonan el hogar familiar, o su zona de confort, para adentrarse en la aventura que supone la independencia. No siempre es una autonomía total, cada historia personal es un universo de infinitas posibilidades, en las que puede existir desde un trabajo, para sustentar esa nueva vida, en otro lugar, hasta una sostenibilidad, por parte de los progenitores, u otros individuos, para hacer frente a los gastos que supone esa nueva experiencia.
En cualquier caso, lo económico, aunque importante y determinante, en muchas ocasiones, en este reportaje, toma un segundo plano, para permitir mostrar los aspectos emocionales, sociales y psicológicos, que dotan de diferentes contextos y realidades las situaciones que los jóvenes, y no tan jóvenes, viven y contemplan, durante el proceso de asimilación y posterior adaptación, en sus nuevos comienzos.
Centrado en los procesos psico – sociales, se busca presentar los diversos tipos de manifestaciones que, estos nuevos independientes, atraviesan a la hora de amoldarse a la reciente situación que están experimentando; destacando los procesos que recorren y los factores condicionantes que determinan y configuran la fuerza necesaria para no abandonar y continuar adelante o, por el contrario, aquellos aspectos que dotan al imaginario del individuo pensamientos negativos que entran en erupción, haciendo del retorno, al lugar natal, la mejor solución, frente a lo vivido.
Es esa resistencia la que toma infinidad de rostros, a la hora de acompañar a estos sujetos por el nuevo camino, abarcando inseguridades, o no, y abriendo paso a pioneras experiencias que estructuran los comienzos, marcando las aptitudes con las que los nuevos participantes responderán a las sorpresas futuras y nunca antes conocidas.
Es un hecho, que la mayoría de jóvenes idealizan con realizar sus estudios soñados y encontrar su lugar en el mundo, por sí mismos. Pero la cuestión es, ¿dónde llevarlos a cabo?
Según un informe realizado por la consultora Círculo Formación el 48% de estudiantes cursarán sus estudios universitarios fuera de su ciudad, mientras que el 52% optan por realizarlos en su provincia o comunidad autónoma. Las múltiples variables que dependen de ello cobran especial relevancia en el sujeto, entre las que destacan aspectos de carácter económico, pero, sin lugar a dudas, los aspectos emocionales y psicológicos se posicionan como los fundamentales.
Arthur W.Chickering, es un investigador educativo en el campo de los asuntos estudiantiles. Conocido por sus aportaciones en las teorías de desarrollo estudiantil, propuso una serie de siete tareas que deben desarrollar los estudiantes en las distintas etapas de adaptación. Entre ellas encontramos:
- Adquisición de competencias: Desarrollar habilidades intelectuales, físicas, manuales, de relaciones sociales y personales que faciliten su adaptación.
- Manejo de emociones: capacidad de reconocer y controlar de forma eficaz los propios sentimientos. También el identificar como, cuando, donde y con quien se puede decir, hacer y expresar determinadas acciones y actitudes.
- Lograr la autonomía: Aprender a vivir y tomar decisiones sin el apoyo y presencia de los padres. Saber actuar de forma independiente sin la compañía, apoyo, aprobación y afecto de los familiares cercanos.
- Establecer la propia identidad: Un proceso de construcción del adolescente que le permite reconocer sus propias características, sus necesidades físicas, su apariencia y si identificación sexual.
- Adquisición de libertad en las relaciones interpersonales: En esta etapa el joven debe aprender a ser menos ansioso, menos defensivo y menos vulnerable, así como a tener la capacidad de ser más espontáneo, amistoso y confiado como producto de la aceptación de sus propias características.
- Reconocimiento de propósitos: Debe lograr tener mayor claridad en sus planes vocacionales y aspiraciones intelectuales, así como en el ámbito cultural y recreativo. Desarrollar la aptitud para establecer las metas e intereses en la propia vida.
- Desarrollo de la integridad: Que le exige elaborar el conjunto de creencias y valores que sirven como guías del comportamiento individual.
Las ventajas resultan ser igual de numerosas que los inconvenientes, en uno de los cambios más importantes a los que los jóvenes tienen que enfrentarse, aunque todo depende del estado emocional y anímico del sujeto social.
La independencia rompe con la cotidianidad, conlleva nuevas emociones necesarias para cualquier humano y da la posibilidad al joven de sentirse realizado por sí mismo. Pero, también, hay que tener en cuenta que las rutinas habituales son reemplazadas por otras académicas y sociales diferentes a las anteriores; la nostalgia y el añoro de los familiares, la toma de decisiones de manera estrictamente propia y la necesidad de protección al encontrarse en un lugar desconocido.
Por ello, ¿están realmente preparados todos los jóvenes para el proceso de la independencia y para ir fuera de casa? Para observar desde un primer plano cómo llevan los jóvenes este cambio en su vidas, les preguntamos a estudiantes, de distintas ciudades, cómo fue para ellos el hecho de desplazarse a otra ciudad, para llevar a cabo sus estudios y cómo están viviendo esta experiencia. En las entrevistas también indagamos en cómo llevan el vivir lejos de su lugar de residencia y sobre cuáles son sus planes de futuro.
Una de las principales ventajas que se señalan de estudiar fuera es que se amplía la red de amigos, se conocen a diversas personas que, incluso, pueden estar pasando por la misma situación. Otro mérito, es que se maneja el tiempo con más eficiencia, se aprende a ser más productivo, trabajar bajo presión, ser independiente, tener un pensamiento más estratégico. Estudiar fuera de casa te permite hacer aquello que tanto has perseguido, empezaras tus estudios universitarios totalmente motivado, ya que es aquello que has elegido. Se conocen también otros hábitos de vida que modifican conceptos o ideas preconcebidas.
Al cambiar de ciudad, se pueden poner en duda las creencias, valores y puntos de vista; se crece como persona, al disfrutar de una experiencia, como estudiar fuera, que ayuda a madurar y mejorar la confianza en uno mismo, ya que se aprende a ser autosuficiente, en un entorno nuevo.
También se destacan las nuevas capacidades adquiridas a la hora de administrar el dinero, saber cómo distribuir el presupuesto para cubrir necesidades, como los alimentos, gasolina, en el caso de tener coche, transporte público, vida social, ocio …
Puede mejorar la relación familiar: mantenerse alejado de la parentela, durante un periodo de tiempo, te hace poder visualizar, con un mayor y amplio margen, los pros y los contras que suponían en tu vida.
La libertad que se obtiene al mudarse a estudiar en otra ciudad, implica no tener que dar razones de los lugares a los que vas y las horas que tardas en llegar a casa, pero, también, se puede extrañar a la familia, a la comida casera y a la convivencia, con tu círculo de confianza.
Como posibles desventajas, se señalan los siguientes aspectos: El desembolso económico para hacer frente a esta situación no es asequible por todos los entornos, por lo que, en ocasiones, hay que renunciar a la misma.
La ruptura del vínculo familiar, dar el paso de estudiar fuera de casa puede ser apasionante, pero también es duro. El hecho de dejar atrás el hogar y a la familia hará que se eche de menos el día a día.
Al estudiar fuera de casa también influye en el carácter y en la capacidad de hacer frente a una ciudad totalmente desconocida, en la que se tiene que aprender a vivir y a circular. Esto afecta más si se proviene de una población pequeña, la ciudad puede resultar inmensa e impactante, y eso impone en el espíritu de cualquier visitante, ya no, únicamente, por el territorio a ‘conquistar’, sino por las consecuencias directas que emanan de las distintas situaciones que se puedan experimentar, en cualquier caso, nuevas para el individuo.
Otra de las diversas situaciones que pueden golpear la independencia parcial de un sujeto, es el hecho de tener que retomar camino, y volver a su lugar de origen, por múltiples razones. Judith Gil es ejemplo de ello. La ex estudiante de periodismo cuenta su experiencia, fallida, pero intensa:
Empezar la etapa universitaria y vida en una nueva ciudad es un cambio brusco, dependiendo de la persona le costará más o menos tiempo adaptarse a esa nueva vida. Durante ese periodo lo que vive una persona es la adaptación al cambio.
La capacidad para adaptarse a los cambios puede considerarse como una propiedad de la mente humana que se entienden como el conjunto de cambios ocurridos en el Yo a instancia de los cambios producidos en el entorno con el fin de mantener la estabilidad emocional y el equilibrio psicológico. Al experimentar ciertos cambios pueden afectar a la mente, más si es un proceso estresante o con una gran carga emocional.
Este proceso, según la psicología, cuenta con dos habilidades: la primera es la capacidad de aceptación, donde se debe aceptar que toda situación puede cambiar para bien o para mal, que no podemos controlar gran parte de las cosas que ocurren y aceptar esas cosas que no podemos cambiar. La segunda habilidad es la búsqueda del bienestar, para ello se recomienda tener una actitud proactiva, es decir, tratar de aprender a gestionar de forma adecuada las emociones, pensamientos, hábitos, impulsos, actitudes, acciones, conductas y decisiones.