La Universidad Complutense de Madrid posee el campus presencial más grande de todo nuestro país, con casi 80.000 alumnos matriculados en la misma.
Una de las prácticas más habituales por parte de los universitarios es la deportiva pero si contamos con la cantidad de personas que, como hemos visto, componen el conjunto de la universidad es posible preguntarnos si las instalaciones que la Complutense brinda a sus alumnos son las adecuadas para que estos puedan realizar deporte, tanto en cantidad como en calidad. También esta cuestión nos arroja la duda de cómo es la organización deportiva y si los alumnos están satisfechos con todo ello.
La Universidad Complutense, según datos del Vicerrectorado, dentro del campus tiene un total de 60 instalaciones dedicadas a la práctica deportiva distribuidas en 5 sectores: Somosaguas, Paraninfo Norte, Paraninfo Sur, La Almudena y Cantarranas. Posee campos de rugby, tenis, padel, baloncesto o fútbol hasta gimnasios, polideportivos o salas de musculación. Todo, en teoría, para el uso de los alumnos.

Pista de rugby de la UCM en Ciudad Universitaria
Sin embargo, para los estudiantes, estas cifras lejos de suponer una gran oferta con la que estar satisfechos es, como mínimo, insuficiente. Las quejas son frecuentes entre los mismos, argumentando que todas ellas no dan cabida al gran número de usuarios que pretenden darles uso y, además, están poco cuidadas por parte de la dirección universitaria. Como vemos, estas reclamaciones señalan claramente a la universidad, a la que acusan de dejadez e inoperancia para dar solución a lo que ellos afirman que es un problema importante.
En el caso de los integrantes del equipo masculino de rugby, sus molestias van dirigidas sobre todo al estado de los campos que dedica la universidad para el deporte en cuestión. Para ellos no están, en ningún caso, cerca de ser aptos para jugar. Dentro del campus, la UCM posee 4 campos exclusivamente para la práctica del rugby, pero para los deportistas ninguno ofrece las características necesarias para la competición. Argumentan que en los mismos ha habido infinidad de lesiones debido al mal estado del terreno y se quejan de que la universidad desoye sus reclamaciones para mejorar las condiciones de los campos.
En el caso del volleyball, en palabras de la capitana del equipo femenino, el mayor problema se centra en la cantidad de pistas disponibles para su práctica. Posee un total de 3, una de ellas en Somosaguas, es decir, lejos de Ciudad Universitaria. Reconocen que intentar entrenar con ese número de pistas perjudica gravemente a la organización y la calidad deportiva.
En el baloncesto las quejas van aún más allá y es que Vicky, presidenta del club deportivo de la Facultad de Ciencias de la Información, denuncia que, en algunos partidos, los árbitros no están federados y, lo que es peor, no conocen el reglamento del deporte que arbitran. Consideran incomprensible esta situación ya que, para ellos, no supone un gran desembolso económico contratar a árbitros aptos para dirigir los partidos de las competiciones universitarias. Desde la universidad niegan este hecho y argumentan que todos los árbitros contratados por la misma tienen su licencia en regla y, lo que es más, desvelan que el gasto en arbitraje llega a los 60.000 euros anuales.
Todo ello centra el punto de mira en la Universidad Complutense ya que, desde el punto de vista de sus alumnos, no hace lo necesario para que sus instalaciones sean satisfactorias. No solo esto, sino que también dicen sentir una clara falta de motivación y promoción de la UCM hacia el deporte.
¿Favoritismos?
Otro aspecto que afecta al deporte universitario es la supuesta preferencia hacia unos deportes u otros. Algunos equipos como el de rugby consideran que sus compañeros que se dedican al fútbol poseen campos e instalaciones mejores y más aptas y se quejan de esta desigualdad.
Otra diferencia la encontramos en las prestaciones. Los integrantes de los equipos de rugby poseen un fisioterapeuta asociado al equipo en caso de lesiones y no se da así con los de volleyball, que desconocían que esto se pudiera dar. Para algunos esto es consecuencia directa de las preferencias de la UCM hacia algunos deportes, en detrimento de otros.
Como vemos, lo que sí existe es una diferencia en la gestión de algunos de los equipos universitarios.
Desinformación y poco control
Al deporte universitario en la UCM le acompaña inseparablemente una palabra clave: desconocimiento.
Todo lo que gira alrededor del mismo es confuso tanto para el público universitario ajeno al deporte, como para los propios integrantes de los equipos. También, desde la propia universidad no se ve una clara apuesta por la promoción deportiva.
Los universitarios se pueden enterar de la existencia de un equipo al que pueden acceder desde diferentes vías: recomendaciones, alguna pancarta o, simplemente, charlas de los miembros del propio equipo en mitad de una clase. No hay un sistema definido de comunicación para los recién llegados a la universidad. Algunos reconocen que no sabían la existencia de equipos en muchas de las disciplinas deportivas.
Dentro de los propios equipos también existe confusión. En el caso del equipo de volleyball afirman pagar una cantidad de 3 euros anuales pero no saben concretar a qué van destinados. Tampoco se sabe muy bien la situación de los equipos en otros deportes ni de su organización, ya que cada uno es responsable de la misma y vemos como tampoco existe un aparato de gestión común. Tanto la organización interna como la captación de nuevos miembros queda en manos de los capitanes de los equipos. Todas las dudas parecen ser derivadas a la presidenta del club deportivo, Vicky.
Pero sin duda el elemento más polémico se centra en el control de quiénes son los que forman parte de los equipos. En su mayoría, como es lógico, los conforman alumnos de la universidad y matriculados en la misma. Sin embargo, algunos miembros han advertido que hay usuarios no matriculados que entran a jugar en los equipos, siendo esta práctica ilegal. Desde la UCM reconocen que es muy difícil saber qué ocurre en todos los partidos, pero sí confían en la profesionalidad de los árbitros y que estos no permitan competir a aquellas personas que no estén ligadas a la universidad.
La sensación que parece dejar todo esto es de que los alumnos han de ser los que busquen información de los equipos y del cómo acceder a los mismos y la universidad no tiene un papel activo para que sea la información la que llegue a los mismos.
Punto de vista de la UCM
Debido a este sentimiento consensuado de malestar, hemos querido saber de primera mano qué papel toma la Complutense a la hora de apostar por el deporte y cómo gestiona las instalaciones dedicadas a la práctica del mismo.
El vicerrector asociado a deporte, Ignacio ‘Iñaki’ Hidalgo, reconoce que las condiciones del campus universitario no son las mejores pero sí afirma que poco a poco la universidad va mejorando y re-acondicionando las instalaciones y que en el futuro así seguirá siendo. También achaca el problema al gran número de equipos existentes en la UCM a los que es difícil dar lugares suficientes por lo que, irremediablemente, se genera un problema. Además de desmentir el supuesto problema que existe con los árbitros, Hidalgo considera que también se están haciendo progresos en materia de promoción y comunicación mediante redes sociales y eventos programados desde el Vicerrectorado.
Hidalgo considera que la situación actual no es la ideal, pero que en el corto plazo se conseguirá ir mejorando la opinión de los alumnos en cuanto a satisfacción con las instalaciones deportivas del campus universitario.
Como vemos, la situación del deporte universitario parece dejar una sensación de descontrol, disconformidad y lucha entre el alumnado y la UCM a la que acusan de actuar “mal y tarde, como siempre” y de no incentivar en ningún caso el deporte universitario, desentendiendose y dejando toda la labor a los propios equipos.
Sin embargo, la propia Complutense considera que la situación no es tan grave y que con el paso de los meses se irá mejorando. Sostienen que los presupuestos dedicados en materia deportiva crecerán, con lo que la calidad de las instalaciones del campus se incrementará y esto solucionará muchos de los problemas que actualmente existen. De otro modo y, a la vista del inmovilismo que ha habido en los últimos años, la situación actual parece, al menos de momento, lejos de mejorar significativamente en un corto plazo de tiempo.